En el centro de tu corazón y en un amanecer privilegiado tengo la oportunidad, de contemplar al imponente guardián con un semblante alegre y vigoroso, teñido por las caricias del dios sol. Un rubor inconfundible que transmite energía, paz, deseos de seguir viviendo e ímpetus de trabajo. Ante tu presencia grito y me libero, guardo silencio y agradezco al creador por contemplar tu rostro. Apenas te conozco y me enamoro de ti, aun no se tu nombre y deseo pronunciarlo, me pregunto ¿ cómo te llamas? Guardas un misterio que despierta mi curiosidad por conocerte cada día más y más. Pregunto ante los que te conocen que me compartan tu nombre y a cuenta gotas aumentando mi ansiedad, me arrojan los primeros sonidos mágicos que me hacen intuir que formarán tu nombre y pronto tendré la dicha de pronunciarlo.
Algunas almas alimentadas de tu presencia pronunciaron espontáneamente la palabra “Tlatlauqui” e inmediatamente pregunté ¿ qué significa?... un rostro alegre me comentó, es una palabra que se deriva del vocablo náhuatl “Tlatlauhi” y tiene el significado de “colorear”. En ese momento mi inquietud por saber más se agudizó, y me pregunté susurrando ¿este maravilloso lugar se llama Tlatlauquí? Y ese rostro alegre nuevamente se dirigió a mi y me dijo: No no… aún falta otro vocablo de la misma lengua para completar el nombre, y es “tepetl” que significa “cerro”. Y con cándida voz me dijo: el nombre de este lugar es Tlatlauquitepec y continuó su camino con su rostro radiante de felicidad… Entonces concluí que este lugar mágico que ha cautivado mis sentidos, y que mi imaginación me ha transportado a un verdadero paraíso tiene como significado el cerro que colorea. Mi corazón se alegra y mi mis labios gozan al pronunciar tu nombre “Tlatlauquitepec” . No podemos pasar por este mundo sin pisar este jardín de la sierra. Por esta razón, ahora con gusto e ilusión tomo esta Ruta con Magia para descubrir tus misterios… ¿me acompañas?
Artemio Martínez Alvarado